A diez años de la muerte de Eduardo Rosenzvaig, su legado sigue vigente

Eduardo Rosenzvaig fue Licenciado en Historia en la UNT, doctor en Historia por la Universidad de Salamanca, profesor de Historia General de la Cultura en la UNT, Director del Instituto de Investigaciones sobre Cultura Popular de la UNT, Investigador y Director Científico, docente de postgrado y jurado en concursos nacionales e internacionales. Sin embargo, todos sus títulos no alcanzan a abarcar la enormidad de su persona. El 8 de octubre se cumplieron 10 años desde su fallecimiento. Pero, quién hizo de su vida la reflexión y la acción política y académica, sigue viviendo a través de su obra.

Hace dos semanas, la editorial tucumana La Papa presentó una novela inédita de Eduardo: “Río de gelatina”.Una obra más que se suma a los más de 40 libros (novelas, cuentos, ensayos), traducido a varios idiomas. 

Desde la Facultad de Artes invitamos a Alejandra “Pacha” Wyngaard, docente de “Historia general de la cultura” de la Licenciatura en Artes Visuales, que escriba unas palabras para recordar al querido Eduardo Rosenzvaig a diez años de su muerte:

“Conocí a Eduardo en la facultad de Filosofía y Letras. Recuerdo el momento preciso en el que junto con algunos compañeros lo  asaltamos en un aula para que nos explicara un texto sumamente difícil sobre la transición del feudalismo al capitalismo. Allí quedé maravillada por su inteligencia. Con simplicidad hizo unos cuadros en el pizarrón y transformó algo que para nosotros era oscuro y críptico en un texto inteligible y claro. Sin dudas, este fue un aspecto que siempre admiré de Eduardo, su gran capacidad explicativa que permitía mayores dosis de comprensión de los textos históricos. Creo que fue esta particular sensibilidad narrativa lo que lo transformó en un gran profesor y en un prolífico escritor.

Años más tarde ya en la Facultad de Artes fue mi jefe y compañero en Historia de la Cultura. Fue docente, investigador, escritor (creo que esto último fue lo que más le gustaba). ¿Qué decir de Eduardo docente? Tenía las dotes de un gran profesor. Era un seductor, un actor, con un gran manejo de los silencios y sobre todo  poseedor de un eros pedagógico que embelesaba a todo el alumnado.  Armaba viajes de estudio y no tenía pereza de subir al bus con los chicos y compartir sus inquietudes y hacerlos reflexionar/pensar más allá de una clase de historia. Llegaba a clase con sus rulos despeinados, sus anteojos redondos,  sus pantalones náuticos y sus sandalias, con un libro bajo el brazo. Recuerdo un día explicando a Miguel Hernández, leyó un poema que puso los pelos de punta a todos los chicos, pero sobre todo los hizo razonar sobre la vida de un pastor de cabras que a pesar de vivir a 20 km del mar no lo conocía. De allí derivó no sólo en la guerra civil sino en los conceptos de libertad, igualdad…Los chicos salían siempre diferentes de sus clases.

La partida de Eduardo, sin duda, nos colmó de tristeza y representa una enorme pérdida para la Universidad Nacional de Tucumán y para la Facultad de Artes. Sin embargo, nos ha dejado un legado, cristalizado en su producción escrita (mucha de la que ha sido realizada en el marco de su desempeño como docente en esta casa de estudios) que siempre servirá de ventana para conocer su mirada de la historia y de la docencia”.


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