Estela Noli y Ana Lía Sorrentino asumieron como nuevas autoridades en la Facultad de Artes. La decana juró por los 30 mil desaparecidos.
La flamante decana de la Facultad de Artes, Estela Noli, comenzó su mandato con un mensaje de unidad hacia los cuatro estamentos que componen la Universidad Nacional de Tucumán. Secundada por la vicedecana Ana Lía Sorrentino, ambas fueron oficialmente designadas en su cargo luego de una elección que las consagró con siete votos de consejeros contra dos de la fórmula Marcos Figueroa/Ricardo Sobral (dos abstenciones). El traspaso estuvo a cargo de la ex decana y actual consejera docente, Raquel Pastor.
Luego de jurar por la patria y los 30 mil desaparecidos, Noli se dirigió a docentes, estudiantes, administrativos y egresados con un breve discurso. “Estas renovaciones permiten modificar las instituciones dentro de una estabilidad. Como todo rito de pasaje, vendrán aparejados trabajos y dificultades. Pero en este tránsito dificultoso tenemos un grupo que debió tomar la posta. Siempre este grupo expedicionario tendrá un lugar y una escucha”, comenzó.
Luego saludó la juventud que prima en el Consejo Directivo, lo que consideró un factor de ilusión. “Esperamos que nos ayuden a construir una facultad con creatividad, con respuestas, con interacción con el medio y que juntos fijemos las reglas para que la arena en la cual los distintos actores expresan sus intereses sea lo menos viciada de conflictividad. Sabemos que deberemos enfrentar problemas y esperamos hacerlo con la mayor capacidad de gestión posible”.
Resaltó que la Facultad de Artes es una institución que reúne grandes creadores de las artes más antiguas pero también de las nuevas expresiones surgidas de la incesante renovación tecnológica. También destacó que cobija patrimonios inmateriales de la transmisión de los más bellos oficios, hoy sistematizados en la oferta académica. Por eso, propuso una facultad que sea protagonista de la escena cultural en la provincia, el país y el mundo.
“Soy una persona que tengo mis raíces culturales, emocionales e ideológicas ligadas a mi formación como joven de los ’70. Pero no soy una enamorada de esos tiempos. No tengo una utopía retrospectiva. Me siento situada en el presente y quiero que ustedes me ayuden a enfrentar el futuro, a conversar con los jóvenes que hoy ingresan en nuestra institución, con otras formas de expresión y comunicación y a las cuáles tenemos que responder como institución”, manifestó.
Para cerrar su discurso, indicó que “quisiera citar a un poeta ricotero de los ’90 que conocí a través de mis hijos: ¡a brillar, mi amor!”
